ELLOS LO APRENDEN TODO
Os invito a ver este vídeo. Seguramente, ya lo hayáis visto por la televisión o por internet, pero merece la pena volver a echarle un vistazo. Es sumamente ilustrativo y debería ayudarnos a reflexionar un poco sobre nuestra propia persona como educadores que somos... Se titula: Ellos lo aprenden todo. ¡Esperamos que os sea de provecho!
Decimos a nuestros hijos y alumnos que no fumen, pero nosotros mismos no somos capaces ni de quitarnos el cigarro de la boca cuando se lo estamos diciendo. Enseñamos que no hay que insultar ni chillar, pero lo hacemos a través de gritos e insultos. Estamos tan acostumbrados a decir que debemos llevarnos bien los unos con los otros, que, al final, tanto unos como otros acaban por sernos indiferentes. Reñimos a los niños porque dicen "fea" o "feo" a su compañero de clase e intentamos hacerles ver que no han de ser tan superficiales, pero se lo decimos con gomina en el pelo, ropa a la moda -y no precisamente barata- o con quizá un quilo de maquillaje en la cara... Esta lista podría no acabar nunca.
Lo cierto es que entre educación y sociedad siempre han habido innumerables contradicciones, pero esto se hace más manifiesto todavía cuando el propio educador no guarda una coherencia interna entre lo que dice y lo que hace, entre lo que intenta enseñar y lo que es.
Ser educador no es nada sencillo, nos obliga a ser modelos, referentes vitales. Cuando seamos realmente conscientes de esto, quizá nos demos cuenta de que como adultos, educadores y personas todavía nos falta mucho camino por recorrer. Pero, por suerte, contamos con el mejor de los acicates: crecer, madurar, ser mejor... No por nosotros, sino por aquellos a quienes tenemos bajo nuestro cuidado. Ese es el privilegio y el deber del buen educador.
Sólo quien se reconoce todavía en camino, podrá enseñar a aquellos que están en camino. Puesto que únicamente quien intenta seguir avanzando cada día y ser un poquito mejor -más él/ella mismo/a- en cada paso podrá realmente considerarse un educador.
En fin, ésta es tan solo mi reflexión. Me gustaría invitaros a que opinárais al respecto.
En vuestras manos queda...
Hay un viejo proverbio en esto de la educación que dice que no se enseña lo que se sabe, sino lo que se es. Por eso, en muchas ocasiones, deberíamos de centrar nuestra mirada en nosotros mismos para ver qué les estamos transmitiendo a nuestros alumnos o hijos con nuestras conductas, palabras y hábitos. La observación y la experiencia, en este sentido, siempre me han indicado que estamos llenos de contradicciones.
Decimos a nuestros hijos y alumnos que no fumen, pero nosotros mismos no somos capaces ni de quitarnos el cigarro de la boca cuando se lo estamos diciendo. Enseñamos que no hay que insultar ni chillar, pero lo hacemos a través de gritos e insultos. Estamos tan acostumbrados a decir que debemos llevarnos bien los unos con los otros, que, al final, tanto unos como otros acaban por sernos indiferentes. Reñimos a los niños porque dicen "fea" o "feo" a su compañero de clase e intentamos hacerles ver que no han de ser tan superficiales, pero se lo decimos con gomina en el pelo, ropa a la moda -y no precisamente barata- o con quizá un quilo de maquillaje en la cara... Esta lista podría no acabar nunca.
Lo cierto es que entre educación y sociedad siempre han habido innumerables contradicciones, pero esto se hace más manifiesto todavía cuando el propio educador no guarda una coherencia interna entre lo que dice y lo que hace, entre lo que intenta enseñar y lo que es.
Ser educador no es nada sencillo, nos obliga a ser modelos, referentes vitales. Cuando seamos realmente conscientes de esto, quizá nos demos cuenta de que como adultos, educadores y personas todavía nos falta mucho camino por recorrer. Pero, por suerte, contamos con el mejor de los acicates: crecer, madurar, ser mejor... No por nosotros, sino por aquellos a quienes tenemos bajo nuestro cuidado. Ese es el privilegio y el deber del buen educador.
Sólo quien se reconoce todavía en camino, podrá enseñar a aquellos que están en camino. Puesto que únicamente quien intenta seguir avanzando cada día y ser un poquito mejor -más él/ella mismo/a- en cada paso podrá realmente considerarse un educador.
En fin, ésta es tan solo mi reflexión. Me gustaría invitaros a que opinárais al respecto.
En vuestras manos queda...